El Skate-park de Carballo aparece como una extensión del espacio público que rodea a la
Mediateca de esa villa, ofreciendo la posibilidad de la práctica de un deporte alternativo que
emerge con fuerza en las ciudades. Desde el punto de vista del encaje urbano, la intención
principal fue la de diluir el borde entre la superficie patinable y el resto del espacio público, de
modo que todo el espacio pudiese ser leído como único, evitando la sensación de guetto o burbuja que tan habitualmente presentan este tipo de parques. Es por ello que deberíamos llamarlo skate-plaza. Así, la integración de los trucos, acceso de los bomberos a la Mediateca, gradas, conexiones verticales, sombra, agua y bancos se plantean como una topografía artificial integrada, del mismo modo que se protege al peatón de un eventual impacto con las tablas de skate rehundiendo la cota del parque 16 cm.
Por otro lado, el trazado de los recorridos y el acceso a los módulos se produce desde una
secuencia continua en W que evita el cruce de los patinadores y optimiza la producción de trucos tanto para goofy como regular (zurdos y diestros). La disposición de dos plataformas a distinta cota enlaza los módulos de captación de energía cinética (quarters y planos inclinados), conservando la inercia del patinador a la hora de entrar en los manuals, barandillas, cajones, tejados, hubbas y low-to-high. Dimensionalmente, los módulos ofrecen una escala accesible tanto a principiantes como expertos, evitando una primera sensación de miedo a la hora de dar nuestros primeros pasos como patinadores, al tiempo que se convive con riders de nivel avanzado.
El diseño y construcción de un skate-park o, mejor, un skate-plaza, nos sitúa a los arquitectos en un plano sumamente interesante: desde el diseño, nuestra labor resulta extremadamente
sugerente por las geometrías abstractas que maneja y por el reto que supone fundir espacio
público, peatón y outsider, diseñando un espacio necesariamente polivalente y simétrico, que
equilibre la cantidad de elementos generadores de energía con los disipadores (donde se realiza el truco); desde la ejecución, por el manejo que se lleva a cabo del hormigón en la construcción de geometrías no usuales y tangencias extremadamente cuidadas, lo que requiere un elevado conocimiento de las posibilidades que ofrece el material, así como solventar situaciones delicadas durante el replanteo de la obra. Y sobre todo, un diseño que no condene el uso del parque al día siguiente de su inauguración, ya sea por la dificultad de los trucos, por el encaje urbano o por su durabilidad.