La Casa entre rocas se asienta en una parcela geométricamente muy compleja y, además, devorada por las alineaciones y los retranqueos de toda la normativa que se acumula en este tipo de situaciones. La configuración se va abriendo a las diferentes vistas del lugar a la vez que coquetea con los bolos de granito existentes, incorporándolos a su existencia, tratando de convivir con estos elementos tan característicos del paisaje litoral de Galicia.
La planta baja se arrima a las medianeras existentes de la edificación consolidada y no a los galpones que avanzan hacia el frente de la parcela del colindante, resolviendo el acabado de
éstas. Mediante un giro, la traza principal de la vivienda se alinea con el retranqueo posterior de la parcela, fragmentándose en dos bloques que le dan la escala de núcleo rural. La planta superior es un reflejo de esa fragmentación y mantiene la alineación con la traza posterior, desapareciendo
el volumen que se pareaba a las medianeras y respetando el lindero de 3 m. a éstas. En concordancia con las intenciones del proyecto expuestas con anterioridad, la planta baja se destina a la zona de día, en estrecha relación con el espacio exterior y el programa de noche se traslada a la planta primera.
La solución adoptada orienta un volumen principal en el eje longitudinal de la parcela, respondiendo así a las condiciones del medio físico. Las dos plantas alojan la zona de día y de noche según se ha descrito y se relacionan con el entorno en los términos que recoge la descripción del proyecto. El resultado formal pretende asentar un modo tranquilo de habitar, del modo más neutro posible en la corona perimetral de un Suelo de Núcleo Rural gallego. Se recurre a los aspectos clásicos del proyecto arquitectónico, tales como escala, posición, ensamble e interpretación del lugar para proponer una forma de habitar lo más respetuosa posible con el entorno donde se asienta la Casa entre rocas.